Las quieres y las odias por igual, porque son como tú: impulsivas, inseguras, egoístas, generosas, bordes, encantadoras… Son tus compañeras de viaje, tus confidentes.
Te dicen las cosas sin tapujos, pero te entienden mejor que nadie. Conocen tus virtudes, tus defectos, tus manías y tus debilidades, y aún así, no cambiarían un ápice de cómo eres. Son capaces de sacarte una sonrisa en el peor de los momentos. Y aunque caigas mil veces, ellas estarán ahí ayudándote a levantarte, sin condiciones ni rencores.
Comparten contigo su sabiduría, su experiencia, sus anécdotas, sus alegrías y tristezas. Y por mucho que pase el tiempo, por mucho que cambie tu vida y la de ellas, habrá algo que no cambiará nunca: la amistad forjada.
Ese vínculo, esa complicidad, ese mirarte a los ojos y saber lo que le ocurre o lo que está pensando es un bien muy preciado. Cuídalo, mímalo, protégelo. Porque no encontrarás otra clase de amor tan correspondido como ese.
En esta ocasión me gustaría tratar un tema universal, y sin embargo, de rabiosa actualidad. La estética. Sí, la “percepción de la belleza”. O mejor dicho, cómo nos condiciona ese canón de belleza impuesto por la sociedad, las modas, la publicidad, los anunciantes…
La estética es esa parte de nosotros que aunque intentemos negarlo, nos preocupa y nos expone ante los demás. ¿Pero qué significa “canon de belleza”? Se trata del “conjunto de aquellas características que una sociedad considera convencionalmente como hermoso o atractivo, sea en una persona u objeto. Es históricamente variable y no es común a las diferentes culturas”.
La belleza siempre ha sido motivo de culto y admiración. Quizás, por eso, muchas personas intentan ser un ejemplo de ella. Aunque no hay que olvidar que también ha sido motivo de opresión, discriminación y desigualdades. Si antes nuestro aspecto no dependía de nosotros a excepción de algunos detalles, hoy en día, una persona puede transformarse casi por completo. Esta posibilidad, así como la abusiva era de la imagen que estamos experimentando está desembocando en tendencias tan surrealistas y peligrosas como las llamadas “chicas barbies”.
Te todas las barbaridades que he visto hacer para conseguir un físico determinado, ésta es una de las peores. No sólo por lo que representa para la mujer, sino por lo peligroso que es. La “fundadora” de esta tendencia es la ucraniana Valeria Lukyanova. Después de someterse a decenas de operaciones para parecerse a una barbie, ha conseguido tener este aspecto:
Valeria Lukyanova
Sobran las palabras ¿verdad? Su repercusión a nivel mundial ha tenido todo tipo de reacciones, aunque lo más preocupante es la cantidad de fans que tiene, el dinero que está ganando y el número de chicas que la están imitando. Desde hace tiempo se viene criticando el carácter sexista en el diseño de los juguetes. En cómo afectan al mensaje que se le transmite a los niños de lo que deben aspirar a ser. Éste es, sin duda, el ejemplo más fatídico de las consecuencias que ha tenido la venta de una muñeca con estereotipos nada ajustados a la realidad (muñeca que cuenta con una trayectoria de más de 50 años). Como éste hay varios ejemplos, no sólo de mujeres, también de hombres. Sin embargo, no creo oportuno dar más publicidad de la debida a estas personas. Sólo un caso es más que suficiente para ver hasta qué punto el ser humano puede obsesionarse con un estereotipo, y con su aspecto.
Este asunto debería hacernos reflexionar hasta qué punto las imágenes, los juguetes, los programas, canciones… que ven los niños condicionarán su escala de valores en un futuro. Enseñarles a disfrutar de la vida, de una forma libre y honesta, evitando los prejuicios y ayudando a que se descubran así mismos es lo más importante en sus primeros años de vida. Y, en mi opinión, ciertas costumbres, juegos y juguetes que tenemos más que asumidos no contribuyen a ello. Por esa razón, les recomiendo que lean algunos de los siguientes artículos y valoren si de verdad se están haciendo las cosas bien. Yo tengo mis dudas.
El cuerpo de la mujer ha sido durante muchos siglos moneda de cambio. Moldeado y transformado a merced de la mirada masculina. Ha sido vejado, violado, maltratado y utilizado como objeto. Durante mucho tiempo el destino de una mujer (y el de su integridad física) ha estado en manos de otros (generalmente hombres). Lo “tradicional” era que esa responsabilidad pasase del padre al marido sin tener en cuenta en ningún momento la opinión de la mujer.
Afortunadamente, hoy en día existen muchas culturas y sociedades (no las suficientes) que han logrado combatir esta injusticia. Gracias a la lucha de muchas mujeres en países como EEUU o España se ha conseguido que la mujer pueda votar, que trabaje fuera de casa, que sea independiente, autónoma… libre. O todo lo libre que se puede ser en una sociedad como ésta, al menos, a la misma altura que el hombre.
Sin embargo, todos esos años de lucha y de esfuerzo para conseguir lo que ya nos pertenecía por derecho se está viendo mermado estos meses en España con motivo del “Anteproyecto de Ley del Aborto” presentado por el Ministro de Justicia Alberto Ruiz-Gallardón. Es curioso que estos meses de campaña de cara a las elecciones europeas no hayamos oído nada al respecto ¿verdad? Sin embargo, ahora que ha pasado la tormenta no van a tardar con los trámites. Si se aprueba pasará a llamarse “Ley Orgánica de Protección de la Vida del Concebido y de los Derechos de la Mujer Embarazada”.
Desde su publicación en diciembre del pasado año, numerosas asociaciones de mujeres y profesionales sanitarios han sido muy críticos con esta reforma, ya que entre los motivos por los que una mujer no puede abortar no constará ni tan siquiera la de “malformación fetal”.
Sólo hay que fijarse en el “sutil” cambio de nombre en la ley para darse cuenta de que la nueva Ley del «aborto” es, precisamente, una ley para impedir que la mujer pueda abortar en “pro” de “la protección de la vida del concebido y los derechos de la mujer embarazada”.
Con esta nueva ley, los supuestos en los que una mujer puede abortar se reducen a dos: violación con posibilidad de abortar en las 12 primeras semanas o riesgo para la salud física y psíquica de la madre dentro de las 22 semanas de gestación.
Con ello, se elimina el supuesto que permitía abortar si había malformación del feto. Concepto que se transforma en “anomalías” entendidas por aquellas que supongan la muerte del feto en el período neonatal, que será susceptible de aborto siempre que se demuestre que afectan a la salud física o psíquica de la mujer. Aunque, para ello, será necesario un informe sobre la salud de la madre y sobre el feto.
Con estos dos supuestos, en España desaparecería el aborto libre en las primeras 14 semanas.
En los casos de violación, la mujer podrá abortar dentro de las 12 primeras semanas siempre que exista una denuncia previa de la agresión sexual. En el resto de casos, y siempre que exista un riesgo para la salud de la madre se practicará un parto inducido a partir de la semana 22, puesto que a partir de esta fecha el feto puede ser viable.
Con esta nueva ley también se modifican los supuestos que afectaban a menores de edad. Ahora, las chicas entre 16 y 18 años deberán contar con el consentimiento de sus padres o tutores.
En resumen, para poder abortar una mujer tendrá que haber sido violada o alegar un riesgo para su salud física o psíquica acreditado por dos especialistas. En todos los supuestos, la ley obliga a que se facilite un “asesoramiento” previo antes de tomar cualquier decisión. Es irónico, porque después de haber visto alguno de los puntos más conflictivos de esta futura ley es bastante obvio que lo que no aparece por ningún sitio es el poder de decisión de la mujer. Con esta ley no sólo retrocedemos más de 30 años en derechos sino que nos someten a un dictamen en el que no cabe la elección.
Aquí no se habla en ningún momento de “los derechos de la mujer”, se habla de “los derechos de la mujer embarazada”. Hay muchas causas por las que una mujer o una pareja pueden quedarse en estado sin pretenderlo. Hay muchas razones por la que una mujer puede decidir no tener un hijo. Y hay muchísimos motivos por los que un embrión no debería nacer… Quitarle a una mujer la opción de decidir sobre su propio futuro, sobre su integridad y sobre una elección tan importante es una violación gravísima de sus derechos.
Si esta situación puede parecernos muy grave adquiere un carácter casi nauseabundo cuando nos percatamos de que esta privación de los derechos más básicos es sólo una estrategia política para contentar a los electores más afines al gobierno. Así lo llegó a afirmar el propio Ministro de Justicia alegando que “cumple con un compromiso electoral».
Hace cuatro meses, el Ministerio de Justicia abrió un plazo para que asociaciones, comunidades autónomas y otras entidades remitiesen sus alegaciones a la futura ley. Durante ese tiempo, muchas asociaciones de mujeres y de profesionales de la sanidad han manifestado su opinión, así como comunidades autónomas tales como Andalucía, Canarias o Asturias. Alegaciones que parecen ser poco escuchadas por nuestros gobernantes.
En estos momentos, nos encontramos en la recta final para que esta injusta ley sea aprobada. Todavía no se han recibido los informes oportunos para que la ley pueda ser llevada de nuevo al Consejo de Ministros, pero, de cumplir con los plazos previstos, el proyecto sería aprobado en julio y entraría en vigor a finales de este 2014.
Además, organizaciones como Amnistía Internacional ha lanzado una campaña de recogida de firmas denunciando públicamente que esta ley “vulnera los derechos humanos” y exige su retirada. (Puedes firmar la petición en el siguiente enlace ).
Este movimiento de protesta también se ha extendido en redes sociales como twitter, donde podéis encontrar el perfil de @mareavioleta. Otra campaña bastante interesante es la que se realiza en nombre de la “New Life Agency” con los “Happy Tour” en los que se simulan los servicios de una agencia de viajes para que «mujeres que deseen interrumpir su embarazo de forma discreta y sencilla» puedan hacerlo. Además, ofrece los “DIY Easy”, unos vídeos explicativos para las mujeres que no se puedan permitir el viaje.
Estamos a punto de perder una de las cosas más valiosas que hemos conseguido en estas últimas décadas: nuestro derecho a decidir. ¿Estamos dispuestas a permitirlo?
La mujer moderna no es chica Cosmo 